Siempre me he preguntado: ¿qué le pasó por la mente a David cuando escogió las cinco piedras de aquel arroyo? ¿Que plan descabellado maquinaba aquella mente joven? Un pastor de ovejas enfrentando a un guerrero gigante con cinco piedras, un palo y una onda no suena a un plan ganador, aún para quienes no sabemos nada de combate cuerpo a cuerpo, pero fue tal vez la mejor idea que se la había ocurrido a alguien en todo el valle.
Las ideas y estrategias divinas son así, simples, sencillas, poco estimadas, pero eficaces. Son locura, cómo les explicó Pablo a los Corintios en su primera carta. Siempre involucran riesgo, que a su vez se traduce en fe, que también se traduce en burla, crítica o preocupación para los espectadores. Dios opera desde su exclusiva omnisciencia y cuando inspira una estrategia, lo hace conociendo el problema, el proceso, el resultado y sus repercusiones.
Aquel día, se escribió la historia de la la piedra certera, del gigante confiado y el pastor arriesgado. Quien sabe cuantas historias se están escribiendo ahora mismo, solo espero que en cada una hayan cinco piedras de algún arroyo, escogidas por algún joven pastor. Quizás seas tú.