El Principio de Pedro

La pregunta que todos le hicieron a Pedro sobre cómo las señales reservadas para los judíos se manifestaran entre gentiles en la casa de Cornelio: ¿Cómo pudiste permitir semejante cosa? A lo que Pedro respondió muy seguro: ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?

En Hechos 10, la visión de Pedro y la experiencia de Cornelio rompen las barreras de la exclusividad religiosa, mostrando que Dios no hace acepción de personas. El principio de Pedro” es una lección esencial sobre la soberanía divina y la elección soberana de la que más tarde Pablo enseñó de manera contundente. Este principio desafía nuestra tendencia a limitar la manifestación de Dios a ciertos grupos o prácticas, recordándonos que Su gracia y revelación están disponibles para todos, independientemente de su origen étnico, cultural o religioso.

La visión de Pedro, donde se le dice que no llame impuro lo que Dios ha purificado, simboliza un cambio radical en la comprensión de la comunidad de fe. Este evento subraya que la obra de Dios no está confinada a nuestras expectativas o prejuicios humanos. El principio de Pedro reconoce que la acción divina trasciende nuestras divisiones, y nos llama a una mentalidad abierta a la diversidad de manifestación y revelaciones de Dios.

En un mundo con profundas divisiones, el principio de Pedro nos desafía a revisar nuestras propias actitudes exclusivistas. Nos invita a ver la obra de Dios en lugares y personas inesperados, reafirmando que la soberanía y la gracia de Dios son universales y accesibles a todos los que buscan sinceramente.

Obed Diaz Rodriguez