La Transferencia de Riqueza del Reino

Los recursos del Reino de Dios se desatan cuando cumplimos con nuestra responsabilidad de educarnos, prepararnos y presentar un plan con excelencia. La provisión divina muchas veces llega a través de canales seculares que Dios ha dispuesto, tales como grants, influencias y otros recursos. La Biblia nos enseña acerca de la “transferencia de riquezas”, en la que Dios utiliza los recursos de este mundo para cumplir con sus propósitos proféticos.

Un ejemplo claro es Nehemías, quien no solo recibió el favor del rey Artajerjes, sino también el apoyo material necesario para reconstruir Jerusalén. Este apoyo incluyó recursos del gobierno persa, lo que muestra que Dios puede usar lo secular para financiar lo sagrado. Sin un plan bien pensado y presentado, Nehemías no habría recibido el respaldo del rey.

Esto nos enseña que no basta con tener una visión o recibir una palabra profética; debemos prepararnos con excelencia. La planificación adecuada y la educación son herramientas claves para abrir las puertas de los recursos divinos. Cuando mostramos diligencia y excelencia en lo que hacemos, Dios dispone sus recursos para que seamos capaces de concretar sus proyectos proféticos y extender su Reino en la tierra.

Una Fidelidad Profética

Para acceder y participar plenamente en la economía del Reino de Dios, es crucial desarrollar nuestras destrezas de administración. Dios confía sus recursos a aquellos que son responsables y capaces de manejarlos con sabiduría y eficacia. Un ejemplo claro de esto es Nehemías, quien no solo tuvo una carga espiritual por la reconstrucción de Jerusalén, sino que también demostró habilidades sobresalientes de planificación y administración.

Cuando Nehemías se presentó ante el rey Artajerjes, no solo expresó su deseo de reconstruir la ciudad, sino que tenía un plan claro y detallado (Nehemías 2:6-8). Sabía exactamente lo que necesitaba: permisos, materiales, e incluso una escolta militar para asegurar su éxito. Este tipo de administración eficaz permitió que la misión profética que Dios le inspiró se ejecutara de manera ordenada y eficiente.

De la misma manera, nosotros debemos desarrollar nuestras habilidades de administración para ser buenos mayordomos de los recursos del Reino. La profecía sin un plan bien ejecutado a menudo queda estancada. Cuando nos capacitamos, planificamos y administramos con excelencia, abrimos la puerta para que Dios nos confíe mayores responsabilidades y recursos en su Reino, permitiendo que sus planes se manifiesten en la tierra.

Obed Diaz Rodriguez