Una Retórica Alineada

El término “evangelio del reino” no es casual ni genérico; es una expresión intencional que encapsula el mensaje central de Jesús. El evangelio, que significa “buenas noticias,” no se trata solo de salvación individual, sino de una transformación total que comienza en nuestra mente y se extiende a nuestras relaciones, nuestra administración de recursos y nuestra manera de vivir en la tierra. Al añadir “del reino,” Jesús clarifica que estas buenas noticias están directamente relacionadas con la restauración del dominio y el diseño original de Dios para la humanidad.

Cuando omitimos “del reino,” corremos el riesgo de reducir el mensaje de Jesús a conceptos fragmentados o limitados. Proclamar o vivir el evangelio sin la perspectiva del Reino puede llevarnos a enfocarnos únicamente en asuntos religiosos o personales, dejando de lado la misión de transformar la cultura y alinear nuestras acciones con los valores de Dios en todas las áreas de la vida.

Prestar atención al lenguage bíblico, nos protege de malinterpretar las cosas: el mensaje de Jesús, el propósito eterno de Dios y nuestra misión divina.

Completos y Agradecidos

La gratitud es mucho más que una emoción; es el reflejo de una vida alineada y plena. En hebreo, las palabras shalom (paz) y shalem (completo) comparten una raíz común que revela una conexión profunda entre ambas. Shalom describe un estado de paz integral, donde hay armonía en todas las áreas de la vida: espiritual, emocional, relacional y física. Shalem, por su parte, significa estar completo, íntegro, sin que falte nada. Juntas, estas palabras pintan una imagen de una vida restaurada al diseño original de Dios, donde todo está en su lugar y funcionando según Su propósito.

Cuando vivimos en shalem, es decir, una vida completa e íntegra, experimentamos shalom, una paz que no depende de las circunstancias externas, sino de la plenitud que solo Dios puede dar. Este estado nos lleva naturalmente a la gratitud, porque reconocemos que nuestra paz y completitud provienen de Su provisión y cuidado constante.

El plan de Dios para nosotros siempre ha sido que vivamos en plenitud, reflejando Su carácter y extendiendo Su Reino. Una vida alineada con Su propósito nos permite experimentar el shalom divino, una paz completa que produce gratitud constante. Esta gratitud no solo honra a Dios, sino que transforma nuestra perspectiva y nuestras relaciones, llevándonos a ser cocreadores con Él en la restauración del mundo.

Obed Diaz Rodriguez