La revelación divina es la raíz del don profético que capacita a los creyentes para manifestar el reino de Dios en la tierra. En 1 Corintios 14:1, Pablo nos insta a buscar el don de profecía para edificación, exhortación y consolación. Este don nos conecta con la mente y el corazón de Dios, permitiéndonos recibir y comunicar sus verdades y propósito.
Cuando recibimos la revelación divina, nos convertimos instrumentos para manifestar el reino de Dios en nuestras esferas de influencia. La profecía edifica a la iglesia (1 Corintios 14:4), ilumina lo oculto (1 Corintios 14:25) y lleva consuelo y fortaleza a los creyentes. Esta revelación no sólo revela la voluntad de Dios, sino que también despierta y capacita a otros para participar en la obra de su reino.
El don profético es la invitación a explorar la mente de Dios para entender su propósito y ejecutar su estrategia en el mundo.