Los seres humanos somos animales de hábito, y en algunos casos, bien definidos. Desde cepillarnos los dientes hasta llegar al trabajo, las rutinas habituales definen nuestro estilo de vida, marcando cada paso a lo largo de nuestro día, cada día. También, nuestros hábitos, que inicialmente son deducciones conscientes, se forman a partir de nuestros paradigma e ideas provenientes de la manera en la que interpretamos al mundo.
Cuando ocurre un suceso que desafía nuestros paradigmas, ocurren dos cosas fundamentales: se forma una crisis intelectual, que dependiendo de nuestra actitud, pudiera llevarnos al crecimiento y el aprendizaje, y ocurre también una transformación ideológica que nos conduce a un cambio de vida. A estos sucesos, y a las personas que los provocan, se les considera disruptores. Para Pedro y los demás apóstoles, Cornelio fue un disruptor significativo que encendió el proceso transformativo de su percepción del reino y su alcance.
Cornelio era un romano influyente y poderoso a cargo de un grupo de soldados. No era un judío con antecedentes religiosos y si no fuera por su descripción en Hechos 10, sería muy fácil concluir que era un pagano. Pero el relato bíblico señala que era un hombre que practicaba la piedad, la bondad y la justicia, cualidades clave de la vida en el Reino y en acorde con lo enseñado por Jesús a sus discípulos. Cornelio era un Tzadik. Cuenta Lucas, el escritor de los Hechos, que mientras Pedro predicaba en casa de Cornelio, se manifestaron en el y su gente las señales que Jesús había adelantado que seguirían a los que creyeran, destrozando de una todos los paradigmas de Pedro y demás apóstoles acerca de la “exclusividad “ del reino.
Al igual que Cornelio, Dios nos expone a numerosos disruptores en nuestra vida para formar nuestro carácter, nuestros hábitos y nuestra vida. Nosotros , al igual que los apóstoles, insistimos en preservar las ideas que Dios quiere matar para llevarnos a un plano más elevado de comprensión de nuestra misión, identidad y propósito, y en algunos casos, nos convierte en disruptores de otros, al igual que lo hizo con Cornelio.