Para acceder y participar plenamente en la economía del Reino de Dios, es crucial desarrollar nuestras destrezas de administración. Dios confía sus recursos a aquellos que son responsables y capaces de manejarlos con sabiduría y eficacia. Un ejemplo claro de esto es Nehemías, quien no solo tuvo una carga espiritual por la reconstrucción de Jerusalén, sino que también demostró habilidades sobresalientes de planificación y administración.
Cuando Nehemías se presentó ante el rey Artajerjes, no solo expresó su deseo de reconstruir la ciudad, sino que tenía un plan claro y detallado (Nehemías 2:6-8). Sabía exactamente lo que necesitaba: permisos, materiales, e incluso una escolta militar para asegurar su éxito. Este tipo de administración eficaz permitió que la misión profética que Dios le inspiró se ejecutara de manera ordenada y eficiente.
De la misma manera, nosotros debemos desarrollar nuestras habilidades de administración para ser buenos mayordomos de los recursos del Reino. La profecía sin un plan bien ejecutado a menudo queda estancada. Cuando nos capacitamos, planificamos y administramos con excelencia, abrimos la puerta para que Dios nos confíe mayores responsabilidades y recursos en su Reino, permitiendo que sus planes se manifiesten en la tierra.