Creadores de Cambio

El conformismo es el mayor obstáculo para quienes estamos llamados a liderar cambios significativos en el mundo. Frases como “es lo que es” o “así son las cosas” son señales de una mentalidad resignada al status quo, una actitud que acepta las cosas como están, en lugar de imaginar cómo podrían ser. Esta mentalidad no solo perpetúa problemas sociales, culturales y éticos, sino que también nos aleja de nuestra responsabilidad de transformar nuestro entorno.

El conformismo nos paraliza porque nos convence de que el cambio es imposible o irrelevante. Sin embargo, cada avance importante en la historia comenzó cuando alguien decidió no aceptar las cosas como eran. Si dejamos que esta mentalidad domine, nos privamos de la capacidad de imaginar y construir un mundo mejor.

Por el contrario, quienes entienden su papel como embajadores de Dios en la transformación cultural saben que tienen el poder y las herramientas para hacer una diferencia. Cambiar la cultura no es solo una idea ambiciosa; es una responsabilidad real que comienza con pequeñas acciones, decisiones valientes y una visión clara. No fuimos diseñados para adaptarnos al caos, sino para influir en él, ordenarlo y traer soluciones que beneficien a todos. Es tiempo de rechazar el conformismo y abrazar el cambio que el mundo necesita.

Lumens

En el Sermón del Monte, Jesús le dice a sus discípulos que son la <<luz del mundo>> dándoles un mandato claro: ser la diferencia y, más aún, establecer el estándar de vida en el Reino de Dios. Para la iglesia occidental de hoy, esto implica un llamado urgente a vivir y reflejar la verdad de Dios en medio de una sociedad que a menudo se pierde en valores temporales y cambiantes. Ser la “luz” no es solo brillar en el sentido de ser vistos; es ser un punto de referencia, una guía que dirige hacia una vida que está alineada con los valores del Reino de Dios.

Esta luz que Jesús menciona debe ser evidente en nuestras decisiones, nuestras relaciones, nuestro trabajo y cómo interactuamos con el mundo. No se trata de imponer, sino de atraer a otros hacia una vida que muestra la plenitud y propósito de Dios. Nuestra luz debe inspirar, cuestionar y elevar el estándar, marcando el camino hacia una vida íntegra y transformadora. La iglesia, en su misión de ser la luz, tiene que reflejar esta vida alineada con el propósito de Dios de tal manera que inspire a otros a buscar esa misma dirección y descubrir el significado de vivir bajo el Reino. Si el mundo está en tinieblas, es porque no brillamos lo suficiente.

Una Buena Noticia

La Biblia utiliza la frase “el evangelio del Reino” para describir el mensaje central de las enseñanzas de Jesús. Si entendemos que la palabra “evangelio”, en griego euangelion (εὐαγγέλιον), significa simplemente “buenas noticias” o “buen mensaje”, esto nos da una base importante. Pero al completarla con “del Reino”, o basileia tou Theou (Βασιλεία τοῦ Θεοῦ) en griego, el significado se vuelve aún más profundo. Esta expresión se refiere a las buenas noticias de que las promesas y profecías mesiánicas se cumplían en y a través de Jesús, y que el Reino de Dios, <<su gobierno y dominio>> estaba por inaugurarse en la vida humana. Jesús vino a anunciar que el Reino había llegado, lo que significaba que el propósito, la justicia, la paz y el amor de Dios se manifestarían de manera tangible a cada aspecto de la vida humana.

Entender esto con precisión es fundamental. Conocer y expresar el verdadero significado de <<el evangelio del reino de Dios>> nos ayuda a captar la amplitud del mensaje de Jesús, que no se limita a lo espiritual, sino que afecta todas las áreas de la vida y la sociedad. Si no captamos esta amplitud, corremos el riesgo de reducir el mensaje del evangelio a algo solo emocional y personal, o peor aún, religioso, cuando en realidad apunta a una transformación total del individuo y la sociedad bajo el gobierno de Dios.

Así, conocer el lenguaje bíblico en toda su profundidad nos conecta con la intención original del mensaje y nos equipa para vivir y compartir el evangelio del Reino de manera real y relevante en el mundo que nos rodea y en el tiempo en el que vivimos.

El Embodiment de la Creatividad Profética

Jesús es el embodiment de la creatividad profética porque, en Él, lo profético se hizo realidad tangible. “El Cristo” fue el cumplimiento de lo que existía en la mente de Dios desde la eternidad: Su plan de redención para la humanidad. La encarnación de Jesús no fue solo un hecho histórico, sino la manifestación perfecta de lo espiritual (la voluntad y el corazón de Dios) en lo natural (un hombre en la tierra). Cada una de las enseñanzas y milagros de Jesús revelaban esa realidad del Reino de Dios, ajustando las circunstancias naturales a lo que ya existía en el ámbito espiritual.

Jesús vivió como un hombre, pero con todo el poder y la esencia de Dios en Su interior. En sus treinta y tantos años, mostró cómo lo espiritual puede transformar lo natural. Curaba enfermos, levantaba muertos, y proclamaba una nueva realidad del Reino que estaba a punto de manifestarse. En cada acto, Jesús alineaba el caos de lo natural con el orden divino. Este es el ejemplo supremo de creatividad profética: ser cocreadores con Dios, trayendo lo que está en Su mente a la realidad aquí en la tierra. Nosotros, como seguidores de Jesús, somos llamados a hacer lo mismo en nuestro entorno.

¿En el Nombre de Jesús?

En la Biblia, hacer algo “en el nombre de Jesús” se refiere a actuar bajo su autoridad y en alineación con su carácter, no simplemente mencionar su nombre como una fórmula mágica. En el contexto de nuestro rol como embajadores del Reino, esta expresión implica que representamos a Jesús en la tierra, actuando en su poder y autoridad para cumplir su voluntad. Jesús les dijo a sus discípulos que harían “cosas mayores” en su nombre, refiriéndose al poder del Espíritu Santo en ellos para continuar la obra del Reino. Sin embargo, muchos cristianos caen en el error de usar “en el nombre de Jesús” como si fuera un conjuro o una llave para forzar a Dios a actuar, sin comprender la profundidad de su significado.

Este malentendido proviene de una falta de comprensión sobre la naturaleza del Nuevo Pacto y el Reino que Cristo estableció. Bajo este pacto, no somos simplemente beneficiarios de sus bendiciones, sino colaboradores en la misión de extender su Reino. Para actuar en el nombre de Jesús, debemos estar en alineación con su voluntad, carácter y propósito, sabiendo que sus promesas y autoridad son herramientas para avanzar el Reino, no para satisfacer deseos personales o egoístas.

La Transferencia de Riqueza del Reino

Los recursos del Reino de Dios se desatan cuando cumplimos con nuestra responsabilidad de educarnos, prepararnos y presentar un plan con excelencia. La provisión divina muchas veces llega a través de canales seculares que Dios ha dispuesto, tales como grants, influencias y otros recursos. La Biblia nos enseña acerca de la “transferencia de riquezas”, en la que Dios utiliza los recursos de este mundo para cumplir con sus propósitos proféticos.

Un ejemplo claro es Nehemías, quien no solo recibió el favor del rey Artajerjes, sino también el apoyo material necesario para reconstruir Jerusalén. Este apoyo incluyó recursos del gobierno persa, lo que muestra que Dios puede usar lo secular para financiar lo sagrado. Sin un plan bien pensado y presentado, Nehemías no habría recibido el respaldo del rey.

Esto nos enseña que no basta con tener una visión o recibir una palabra profética; debemos prepararnos con excelencia. La planificación adecuada y la educación son herramientas claves para abrir las puertas de los recursos divinos. Cuando mostramos diligencia y excelencia en lo que hacemos, Dios dispone sus recursos para que seamos capaces de concretar sus proyectos proféticos y extender su Reino en la tierra.

Una Fidelidad Profética

Para acceder y participar plenamente en la economía del Reino de Dios, es crucial desarrollar nuestras destrezas de administración. Dios confía sus recursos a aquellos que son responsables y capaces de manejarlos con sabiduría y eficacia. Un ejemplo claro de esto es Nehemías, quien no solo tuvo una carga espiritual por la reconstrucción de Jerusalén, sino que también demostró habilidades sobresalientes de planificación y administración.

Cuando Nehemías se presentó ante el rey Artajerjes, no solo expresó su deseo de reconstruir la ciudad, sino que tenía un plan claro y detallado (Nehemías 2:6-8). Sabía exactamente lo que necesitaba: permisos, materiales, e incluso una escolta militar para asegurar su éxito. Este tipo de administración eficaz permitió que la misión profética que Dios le inspiró se ejecutara de manera ordenada y eficiente.

De la misma manera, nosotros debemos desarrollar nuestras habilidades de administración para ser buenos mayordomos de los recursos del Reino. La profecía sin un plan bien ejecutado a menudo queda estancada. Cuando nos capacitamos, planificamos y administramos con excelencia, abrimos la puerta para que Dios nos confíe mayores responsabilidades y recursos en su Reino, permitiendo que sus planes se manifiesten en la tierra.

Una Extensión de Jesús

En los evangelios, Jesús menciona y enseña acerca del Reino de Dios significativamente más veces que cualquier otro tema, mostrando que el enfoque central del ministerio de Jesús fue la proclamación del Reino de Dios. Jesús no solo vino a ofrecer salvación personal, sino a anunciar que el Reino de Dios había llegado y que este Reino traería la restauración de todas las cosas, incluidos nosotros mismos. Comprender este hecho es crucial para cualquier seguidor de Cristo, porque redefine nuestra misión como co-creadores con Dios.

El Reino de Dios no es simplemente un lugar, sino una realidad dinámica donde la voluntad de Dios es hecha en la tierra como en el cielo. Involucra justicia, paz, y la restauración de la creación a su estado original. Al entender y abrazar la misión del Reino, nos damos cuenta de que nuestra tarea no es solo predicar, sino participar activamente en la restauración del mundo. Esto significa que, como co-creadores con Dios, estamos llamados a manifestar su Reino en cada aspecto de la sociedad, desde las artes hasta los negocios, transformando culturas y comunidades para reflejar la justicia, la verdad, y la paz del Reino de Dios. Al hacerlo, nos unimos al propósito eterno de Dios para la creación.

Co Creadores con Dios

El mensaje central de Jesús fue la buena noticia de la llegada del reino de Dios, algo ampliamente proclamado por los profetas, y que a su vez restauraría al ser humano para convertirlo en co creador con Dios en la restauración del mundo. Cuando Dios nos redimió a través de Cristo, no solo nos salvó del pecado, sino que nos invitó a ser parte activa de su plan para restaurar toda la creación a través de la adopción como sus hijos. Esto significa que, como herederos del Reino, tenemos una misión clara: ser la continuidad de la obra redentora de Jesús en la tierra.

Ser co creadores con Dios implica que nuestra forma de vivir están destinada a reflejar su carácter, en cada rincón de nuestra sociedad. Ya no vivimos para nosotros mismos, sino para expandir el Reino de Dios, devolviendo el orden original a un mundo caído. Es nuestra responsabilidad como hijos e hijas del Rey, no solo vivir una vida diferente, sino ser agentes de cambio donde quiera que vayamos.

Esta misión no es opcional; es una parte fundamental de nuestra identidad en Cristo, y al abrazar nuestro papel como co creadores, nos alineamos con el corazón de Dios y participamos en su gran obra de restauración, manifestando su Reino aquí y ahora.

Creatividad: Un Rasgo Humano de Origen Divino

La creatividad es un rasgo humano que tiene su origen en lo divino, ya que fuimos creados a la imagen de Dios, el Creador supremo. En Génesis 1:27, se nos dice que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, dotándonos con una parte de Su naturaleza creativa. Esto significa que, al igual que Dios creó el universo y todo lo que hay en él, nosotros también poseemos la capacidad de imaginar, innovar y traer nuevas ideas y conceptos a la realidad.

Esta creatividad divina no es solo una habilidad artística; es una manifestación del carácter de Dios en nuestras vidas. Nos permite ver más allá de lo visible, concebir soluciones a problemas complejos y crear cosas que reflejan la belleza y el orden del Creador. Sin embargo, con la caída del hombre, esta creatividad se distorsionó, a menudo dirigida hacia fines egoístas o destructivos. Pero a través de la redención en Cristo, nuestra creatividad puede ser restaurada a su propósito original: glorificar a Dios y contribuir ala restauración del mundo.

Por tanto, cuando ejercemos nuestra creatividad de manera alineada con los propósitos de Dios, estamos participando en su obra de restauración y renovación del mundo como co creadores con el.

Obed Diaz Rodriguez