El Impostor que se Atrevió

Cuando el ángel del Señor se le apareció, a Gedeón llamándolo “valiente guerrero” y diciéndole que liberaría an Israel de los madianitas, su respuesta fue de incredulidad y autodesprecio. “¿Cómo puedo yo salvar an Israel? Mi clan es el más débil de Manasés, y yo soy el más insignificante de mi familia” (Jueces 6:15). Era claro que Gedeón se veía a sí mismo al final de la cadena alimenticia, el último de los más rezagados y el más pequeño de los siete enanitos. Estos son síntomas del síndrome del impostor.

Hoy día, este síndrome afecta a muchos, haciéndoles sentir que no son merecedores de sus logros y que en cualquier momento serán “descubiertos” como fraudes. Los que lo padecen, parecen no entender sus habilidades y logros, aún cuando Dios mismo las destaque. Esta inseguridad no es nueva y podemos encontrar un ejemplo notable en la historia bíblica de Gedeón.

El síndrome del impostor puede paralizarnos, pero la historia de Gedeón nos enseña que Dios ve más allá de nuestras inseguridades. Él nos equipa y nos fortalece para cumplir su propósito. Así como Gedeón tuvo que confiar en la promesa de Dios y dar pasos valientes, tú y yo debemos recordar que nuestra identidad y capacidad vienen de Dios. No somos impostores; somos hijos e hijas de Dios, llamados y capacitados para cocrear con el en la restauración del mundo.

Las dudas y los temores pueden surgir, pero Gedeón nos recuerda lo que le sucede a quienes confían en Dios con valentía. Dios se ha pronunciado acerca de ti, y su opinión no tiene nada que ver con tu percepción.

La Rebeldía de la Procrastinación

En su esencia básica, la procrastinación es atrasar lo evidente, lo necesario y lo correcto. La procrastinación es un obstáculo común que muchos enfrentamos, especialmente cuando se trata de proyectos creativos y tareas que nos desafían a salir de nuestra zona de confort. Sin embargo, la creatividad profética trae consigo la urgencia de actuar para dar cumplimiento a un propósito divino.

Jonás sabía que debía ir a la ciudad de Ninive, capital de los asirios, y entregar un llamado a la transformación social de aquella ciudad, sin embargo, decidió que era el momento para embarcarse en la dirección opuesta. Luego de una noche tempestuosa, un linchamiento a lo Jack Sparrow y tres días en el interior de algún pez gigante, Jonás es vomitado en la costa con un olor nuevo, una gran lección y listo para realizar la tarea relegada, resultando en la transformación de la ciudad de Nínive.

Ya sea por prejuicios o por miedo, procrastinación, en ocasiones puede ser una forma de resistencia a la voz de Dios y a la acción profética que se nos ha encomendado. Es fácil quedar atrapado en el miedo al fracaso, la duda de nuestras habilidades o la comodidad de la inacción. Sin embargo, Dios nos llama a ser valientes y a confiar en su guía y provisión para la misión que nos fue asignada. Como dijo el apóstol Pablo en Efesios 2:10, “somos creación de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”.

Sea miedo o rebeldía, lo cierto es la procrastinación solo atrasa nuestro propio crecimiento, porque el propósito de Dios no depende de nuestra acción. Más bien, hemos sido invitados a concrear con el para la restauración de nuestro mundo, solo basta con dejar de procrastinar su llamado.

Sueños del Teseracto

José estaba de pie ante el faraón, en la gran sala del trono de Egipto, su mente llena de una visión clara y divina. Había pasado de ser un prisionero olvidado a un intérprete de sueños, y ahora, se encontraba frente al hombre más poderoso del mundo conocido. Cuando el faraón le pidió la interpretación de su sueño, José no solo explicó los siete años de abundancia seguidos de siete años de hambruna, sino que también presentó un plan innovador para enfrentar la crisis.

Propuso almacenar el grano durante los años de abundancia, construyendo graneros en todo Egipto. Esta estrategia, nacida de la sabiduría divina y la creatividad profética, no solo preservaría al pueblo de Egipto, sino que también lo posicionaría como una nación salvadora para las tierras circundantes.

La innovación de José no solo fue un acto de supervivencia, sino también un cumplimiento del propósito de Dios. Este acto de innovación divina es un ejemplo poderoso de cómo Dios utiliza nuestras habilidades creativas para traer cambios necesarios en la cultura. La historia de José nos enseña que, cuando permitimos que Dios inspire nuestras ideas y estrategias, podemos impactar profundamente nuestras comunidades y cumplir su propósito en la tierra.

Esas ideas que tienes de emprendimiento pudieran ser sueños divinos para el cumplimiento del propósito de Dios. Al igual que José, tus ideas innovadoras pudieran tener un impacto trascendental, llevando soluciones divinas a los problemas actuales y manifestando el reino de Dios en la tierra.

Gestalts

Todo sucedió muy rápido. A mitad de noche, un grupo de soldados irrumpió en el huerto de los olivos arrestando al maestro. Pedro casi no tuvo tiempo de asimilar los eventos: la oreja de aquel hombre, la confusión, y ahora, en medio de un juicio improvisado, muchos lo relacionan con el arrestado. Es una cuestión de vida o muerte. Pedro lo negó todo. Los últimos tres años, los panes y los peces multiplicados, la caminata sobre el mar de Galilea, y hasta el fenómeno de la transfiguración. En ese momento, la mirada del maestro le recordó una premonición certera, clavándole en su corazón la angustia de la auto decepción.

Siempre había sido una persona arrojada: todo o nada. Alguien que constantemente corría en la dirección que fuera, tanto para bien como para mal. Pero esta vez, los evento fueron más rápidos que el, y para cuando pudo juntarlo todo, ya el maestro había sido sepultado, sin tener la oportunidad de reconciliar aquel momento, produciéndose un gestalt profundo.

En psicología, un gestalt se produce por experiencias no resueltas que crean “gestalts o asuntos incompletas” que afectan nuestro bienestar psicológico. La idea es que las personas tendemos a cerrar estas “gestalts” o patrones de experiencia incompletos para lograr una sensación de equilibrio emocional. Muchas personas lo logran volviendo a rutinas familiares, tal como lo hizo Pedro. Después de la muerte de Jesús, Pedro se refugió en su vida antigua como pescador. Quizá la faena de echar y recoger la red le mantenía mentalmente ocupado, aunque las olas le fueran más familiares desde afuera de la barca.

Una mañana, al regresar del mar, vio una silueta familiar en la playa, una que hizo saltar de la barca antes de tocar tierra. El maestro le esperaba en la orilla, y Pedro tenía tanto que decir y explicar. Al igual como lo hizo con aquella mujer en el pozo de Samaria, Jesús cerró el ciclo abierto en Pedro con una sola conversación. Esa mañana, Pedro habría recibido un mayor sentido de perdón, identidad y propósito.

…apacienta mis ovejas

Apresurado

Dos horas antes, es lo que recomiendan a la hora de viajar. Cuando llegas dos horas antes al aeropuerto, cuentas con tiempo suficiente para lidiar con cualquier imprevisto y no arriesgarte a perder tu vuelo. Porque los imprevistos ocurren todo el tiempo, sin que podamos evitarlos.

Es fácil identificar a quienes se le terminaron las dos horas. Primero, caminan a una velocidad distinta a la del resto, casi flotan. Segundo, su expresión facial habla de urgencia. Tercero, no se detienen por nada ni por nadie. Caminan híper enfocados en el camino y su destino, y no hablan con nadie a su paso. Andan apresurados.

Aunque a veces nos pareciera que Dios está apresurado con algo o con alguien, no es así. La verdad es que Dios tiene un plan que ejecuta desde la eternidad, y cuenta con todas las dos horas de anticipación del mundo, por eso puede detenerse en el camino con todos los que lo necesitan, sin miedo a llegar tarde o a perder su momento. O como mejor lo expresa el apóstol Pablo a los Gálatas: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley…”

En nuestra prisa, recordemos que Dios no se apresura. Su plan eterno se cumple con precisión divina. Podemos confiar en su tiempo perfecto, sabiendo que Él siempre llega en el momento justo, trayendo paz y lo necesario para nuestro viaje

Curiosidad Cósmica

Tres hombres curiosos entregados al conocimiento, el descubrimiento y la observación del universo. ¿Cuanto tiempo tardaron entre que una nueva e inusual lumbrera apareciera en su habitual rutina de observación del firmamento hasta que la relacionaran con algún escrito antiguo en su colección de rollos? ¿Que cantidad de datos los convenció de perseguir aquel fenómeno para descubrir la veracidad de la profecía antigua? El relato bíblico no ofrece detalles explícitos acerca del método analítico utilizado por estos “tres sabios de oriente”, pero deja claro que su curiosidad fue mayor que cualquier otra cosa.

La curiosidad es un elemento central en el descubrimiento, casi como la primera chispa que enciende un fuego. Pero la curiosidad siempre parte de algún conocimiento básico m, no nace del vacío. Fue lo que llevó a Moisés a investigar porque la zarza que adía en fuego no se quemaba. La curiosidad le abre el camino a la experimentación, un elemento crucial en el desarrollo de la creatividad, porque cuando experimentamos, expandimos nuestro conocimiento. Es en sí mismo un acto de fe.

En la creatividad profética, la oportunidad de experimentar representa la diferencia entre crecer o morir. Es el espacio donde ocurren los “momentos ¡ajá!”. Sin curiosidad no habría experimentos y sin experimentos no habría “eureka”, o como bien lo describe Job: “de oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven”. La curiosidad de aquellos sabios los llevó a experimentar el acontecimiento más importante de la historia, la materialización del plan divino. Que te llamen curioso es más una medalla que una etiqueta, porque representa ir donde otros no se aventuran, en honor a una vida segura.

Disruptores Divinos

Los seres humanos somos animales de hábito, y en algunos casos, bien definidos. Desde cepillarnos los dientes hasta llegar al trabajo, las rutinas habituales definen nuestro estilo de vida, marcando cada paso a lo largo de nuestro día, cada día. También, nuestros hábitos, que inicialmente son deducciones conscientes, se forman a partir de nuestros paradigma e ideas provenientes de la manera en la que interpretamos al mundo.

Cuando ocurre un suceso que desafía nuestros paradigmas, ocurren dos cosas fundamentales: se forma una crisis intelectual, que dependiendo de nuestra actitud, pudiera llevarnos al crecimiento y el aprendizaje, y ocurre también una transformación ideológica que nos conduce a un cambio de vida. A estos sucesos, y a las personas que los provocan, se les considera disruptores. Para Pedro y los demás apóstoles, Cornelio fue un disruptor significativo que encendió el proceso transformativo de su percepción del reino y su alcance.

Cornelio era un romano influyente y poderoso a cargo de un grupo de soldados. No era un judío con antecedentes religiosos y si no fuera por su descripción en Hechos 10, sería muy fácil concluir que era un pagano. Pero el relato bíblico señala que era un hombre que practicaba la piedad, la bondad y la justicia, cualidades clave de la vida en el Reino y en acorde con lo enseñado por Jesús a sus discípulos. Cornelio era un Tzadik. Cuenta Lucas, el escritor de los Hechos, que mientras Pedro predicaba en casa de Cornelio, se manifestaron en el y su gente las señales que Jesús había adelantado que seguirían a los que creyeran, destrozando de una todos los paradigmas de Pedro y demás apóstoles acerca de la “exclusividad “ del reino.

Al igual que Cornelio, Dios nos expone a numerosos disruptores en nuestra vida para formar nuestro carácter, nuestros hábitos y nuestra vida. Nosotros , al igual que los apóstoles, insistimos en preservar las ideas que Dios quiere matar para llevarnos a un plano más elevado de comprensión de nuestra misión, identidad y propósito, y en algunos casos, nos convierte en disruptores de otros, al igual que lo hizo con Cornelio.

Tzadik

En hebreo, la palabra “Tzadik” (צדיק) significa “justo” o “recto”. Se usa para referirse a una persona que vive de acuerdo con los preceptos de la justicia, la rectitud y la moralidad. Un “tzadik” es alguien que actúa con integridad y piedad, cumpliendo las leyes y mandamientos religiosos de manera ejemplar, y en un contexto más amplio, también puede implicar un grado elevado de santidad y conexión espiritual con Dios.

Resulta interesante que tzadik también conlleva la idea de controlar y dominar el “yetzer hara” (יצר הרע), que es la inclinación o impulso hacia el mal o el lado animal del ser humano. Esta capacidad de autocontrol y de elevarse por encima de los impulsos básicos es una característica fundamental de un tzadik.

Cristo, el Tzadik supremo, es la encarnación de la justicia, la verdad y la rectitud. Su vida perfecta, sin pecado y completamente justa, cumple no solo con el ideal de un tzadik, sino que su sacrificio en la cruz es interpretado como el acto supremo de justicia, trayendo la redención, que es el restablecimiento de la relación perdida entre el ser humano y Dios debido a la caída en Edén. Su sacrificio no solo expía los pecados, sino que también proporciona un modelo de autocontrol y entrega total a la voluntad divina, características esenciales de la vida en el Reino.

Hoy, podemos vivir en una conciencia tzadik gracias a la victoria de Cristo sobre el yetzer hara, lo cual se refleja en una tendencia tenaz a manifestar el orden de la cultura del Reino donde quiera que estemos. Esta victoria nos permite vivir vidas de justicia y rectitud, alineadas con los principios del Reino de Dios, y nos capacita para influir positivamente en nuestro entorno, promoviendo la justicia, la paz y la moralidad en nuestras comunidades.

En práctica, esto significa que, como seguidores de Cristo, estamos llamados a:

  1. Vivir con Integridad y Justicia: Actuar con rectitud en nuestras decisiones y acciones diarias, siguiendo el ejemplo de Cristo.
  2. Dominar el Yetzer Hara: Ejercer autocontrol sobre nuestros impulsos y deseos negativos, permitiendo que el Espíritu Santo nos guíe en una vida de santidad.
  3. Ser Agentes del Reino: Manifestar los valores del Reino de Dios en nuestras relaciones, trabajos y comunidades, promoviendo un ambiente de justicia, paz y amor.
  4. Modelar el Sacrificio de Cristo: Emular la entrega y el servicio de Cristo en nuestras vidas, buscando el bienestar de los demás y mostrando compasión y misericordia.

Al vivir de esta manera, reflejamos el carácter de un tzadik y contribuimos a la expansión del Reino de Dios en la tierra, demostrando que la redención de Cristo no solo nos transforma individualmente, sino que también tiene el poder de transformar nuestras sociedades.

La Ley de la Renovación Perpetua

En los ecosistemas, los nutrientes como el carbono, el nitrógeno y el fósforo son reciclados continuamente. Las plantas absorben estos nutrientes del suelo, los animales los ingieren al comer plantas, y finalmente, los descomponedores, como bacterias y hongos, los descomponen en forma orgánica, devolviéndolos al suelo.

La renovación continua es un concepto recurrente en la vida cristiana, profundamente avalado por Dios y esencial para nuestro crecimiento en el conocimiento de El. El apóstol Pablo nos exhorta a “transformarnos por medio de la renovación de nuestro entendimiento” (Romanos 12:2), enfatizando la importancia de un cambio constante en nuestra manera de pensar y actuar conforme a la voluntad de Dios. Esta renovación no es un evento único, sino un proceso diario que refleja la misericordia de Dios, la cual se renueva cada mañana (Lamentaciones 3:22-23).

Dios, en su infinito amor y sabiduría, renovó su propósito con la humanidad al sustituir el pacto mosaico con el nuevo pacto a través de Jesucristo (Hebreos 8:6-13). Este nuevo pacto nos ofrece una relación directa y personal con Dios, basada en la gracia y la verdad reveladas en Cristo.

La renovación continua nos permite mantenernos alineados con el propósito divino de restaurar al mundo y extender su reino. Es un recordatorio de que, a pesar de nuestras fallas, siempre podemos volver a Dios, quien nos ofrece una nueva oportunidad cada día para crecer y madurar espiritualmente. Este proceso de renovación es fundamental para nuestra transformación y conformidad con la imagen de Cristo.

El Principio de Pedro

La pregunta que todos le hicieron a Pedro sobre cómo las señales reservadas para los judíos se manifestaran entre gentiles en la casa de Cornelio: ¿Cómo pudiste permitir semejante cosa? A lo que Pedro respondió muy seguro: ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?

En Hechos 10, la visión de Pedro y la experiencia de Cornelio rompen las barreras de la exclusividad religiosa, mostrando que Dios no hace acepción de personas. El principio de Pedro” es una lección esencial sobre la soberanía divina y la elección soberana de la que más tarde Pablo enseñó de manera contundente. Este principio desafía nuestra tendencia a limitar la manifestación de Dios a ciertos grupos o prácticas, recordándonos que Su gracia y revelación están disponibles para todos, independientemente de su origen étnico, cultural o religioso.

La visión de Pedro, donde se le dice que no llame impuro lo que Dios ha purificado, simboliza un cambio radical en la comprensión de la comunidad de fe. Este evento subraya que la obra de Dios no está confinada a nuestras expectativas o prejuicios humanos. El principio de Pedro reconoce que la acción divina trasciende nuestras divisiones, y nos llama a una mentalidad abierta a la diversidad de manifestación y revelaciones de Dios.

En un mundo con profundas divisiones, el principio de Pedro nos desafía a revisar nuestras propias actitudes exclusivistas. Nos invita a ver la obra de Dios en lugares y personas inesperados, reafirmando que la soberanía y la gracia de Dios son universales y accesibles a todos los que buscan sinceramente.

Obed Diaz Rodriguez