El mensaje central de Jesús fue la buena noticia de la llegada del reino de Dios, algo ampliamente proclamado por los profetas, y que a su vez restauraría al ser humano para convertirlo en co creador con Dios en la restauración del mundo. Cuando Dios nos redimió a través de Cristo, no solo nos salvó del pecado, sino que nos invitó a ser parte activa de su plan para restaurar toda la creación a través de la adopción como sus hijos. Esto significa que, como herederos del Reino, tenemos una misión clara: ser la continuidad de la obra redentora de Jesús en la tierra.
Ser co creadores con Dios implica que nuestra forma de vivir están destinada a reflejar su carácter, en cada rincón de nuestra sociedad. Ya no vivimos para nosotros mismos, sino para expandir el Reino de Dios, devolviendo el orden original a un mundo caído. Es nuestra responsabilidad como hijos e hijas del Rey, no solo vivir una vida diferente, sino ser agentes de cambio donde quiera que vayamos.
Esta misión no es opcional; es una parte fundamental de nuestra identidad en Cristo, y al abrazar nuestro papel como co creadores, nos alineamos con el corazón de Dios y participamos en su gran obra de restauración, manifestando su Reino aquí y ahora.